jueves, 24 de febrero de 2011

EL MATRIARCADO Y EL PATRIARCADO

Según la antropología evolucionista, en una etapa inicial de la humanidad, la sociedad se rigió por un sistema matriarcal, en el que las mujeres dirigían el grupo y transmitían las relaciones de parentesco. Posteriormente, la aparición de la propiedad privada y de formas más complejas de control político dio origen al patriarcado, sistema familiar en el que la mujer perdió todos o casi todos sus privilegios anteriores para asegurar al varón la transmisión del poder y la herencia. 
En todas las sociedades existen sistemas de limitación de la descendencia, que guardan una íntima relación con los sistemas de limitación de herencia y de sucesión. Si no fuera así, la relación de parentesco abarcaría a todo el grupo social, con lo que se harían imposibles la mayoría de los mecanismos de estructuración social.
Uno de los métodos más frecuentes de limitación de la relación de parentesco es el de establecer la transmisión de esa relación sólo a través de uno de los progenitores. Estos sistemas reciben e nombre de sistemas unilineales y son de dos tipos fundamentales: los patrilineales, de patriarcado o agnáticos; y los matrilineales o de matriarcado. También se conocen otros sistemas distintos de los unilineales, como los cognáticos. La vinculación entre la transmisión del parentesco por uno de los sexos y el papel social dominante no es necesaria dándose casos mixtos.

EL PATRIARCADO
En los sistemas en los que es el varón quien transmite la relación de parentesco, con las consiguientes consecuencias para la sucesión y la herencia, el cabeza de familia mantiene una relación predominante sobre sus hijos, los hijos de sus hijos, etc. Cuando el sistema es puro, en sociedades en las que la posición social de la mujer es inferior a la del varón, es frecuente que ésta se vea desposeída de la posibilidad de una plena participación social. En otros casos, la mujer debe contar con la autorización expresa del cabeza de familia para la realización de determinadas actividades. En algunas culturas patrilineales, la mujer adopta al casarse el nombre del marido, perdiendo, en los casos más extremos, toda relación con su grupo familiar propio. 
En el sistema patrilineal, cada hijo varón es un fundador potencial de nuevas ramas familiares, todas las cuales pueden mantener relaciones entre sí orientadas a la mutua asistencia, al mantenimiento de propiedades, al control de matrimonios y a la conservación de tradiciones de carácter religioso familiar o social.

EL MATRIARCADO
Una situación inversa a la del patriarcado se da en aquellas culturas en las que la transmisora del parentesco y cabeza de familia es la madre. En estos sistemas, menos frecuentes históricamente, la fragmentación familiar es menor, y el varón suele tener un papel social relativamente importante. En los casos extremos de matriarcado puro, los varones están desprovistos de todo papel social relevante. En ocasiones, las mujeres se hacen cargo incluso de la defensa del grupo, tal y como descubrieron los españoles en algunas tribus amazónicas. 
La existencia histórica del matriarcado como estado del desarrollo cultural humano es hipotética, y muchos antropólogos y sociólogos la niegan, al menos en su definición estricta.

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